Un juego similar al del "Yo-Yó" es el del "Diábolo". Hay algunas diferencias pero parecen "primos-hermanos".
Los instrumentos de juego son muy parecidos: Dos cilindros (o troncos de cilindros) unidos por el vértice (o por la cara opuesta a la base grande de los mismos); éstos se unen, al estilo de lo que hicimos con los dos cuerpos del "Yo-Yó", con un eje metálico.
Otro de los elementos del juego es la cuerda, en esta ocasión más gruesa y larga que la del "Yo-Yó". Pero ahora añadimos dos palos largos y delgados de medio metro de largo (más o menos). En una de las puntas, de cada palo, unimos cada uno de los extremos de la cuerda (solíamos barrenar el palo para atar la cuerda mejor y que no se desatara); ahora ya son más "sofisticados" y los construyen con plástico duro y de colores (nosotros los hacíamos de madera y los pintábamos lo más bonito que sabíamos).
Con todo este proceso realizado, nos poníamos a mostrar nuestras habilidades y destrezas haciéndolo bailar sobre la cuerda o lanzándolo a lo alto y volviéndolo a recoger sin que cayera el "Diábolo" al suelo por dos "fuertes razones": Para "no quedar en feo" ante los que nos miraban y, especialmente, para evitar que se rompiera al chocar contra el suelo ( si era de piedra o cemento) y "no tener que hacer otro".
Debido a "estas poderosas razones" ya ensayábamos, intensamente antes, sin público y en zonas donde el suelo era de tierra o arena.
Como observaréis,....la "necesidad agudiza el ingenio".
Autor: Jesús Castro Domínguez.
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