No era muy frecuente jugar a los "encierros" pero alguna vez si lo hacíamos. Para este juego el grupo de jugadores se dividía en dos subgrupos (como en el de "policías y ladrones") pero en esta ocasión no había sorteos.
Un reducido número de jugadores, del grupo de los mayores, eran los "picadores" que perseguían con sus "caballos"( a los que llevaban agarrados o sujetos por el cinto, el abrigo. el jersey, etc.) a los toros (el grupo de los más pequeños y más numeroso) a los que "picaban" con sus "varas" (manos) para que corrieran más y.... cuando ya estaban cansados.... se quedaban atrás descansando.
Así de sencillo era el juego... pero muy atractivo y divertido para nosotros.
Os contaré un incidente que nos ocurrió siendo yo pequeño: Salíamos a jugar, a la hora del recreo, a la calle( como sabéis por experiencia, el recreo duraba 30 minutos); un día que se organizó este juego, salimos del recinto urbano y nos adentramos por el camino Villar(dondiego) sin contar que había llovido y el terreno estaba mojado. El barro se pegaba a nuestro calzado y nos hacía desplazarnos más pesada y lentamente. Entonces no teníamos reloj,...ni falta que nos hacía. Pero el tiempo corría inexorablemente y, para poder llegar antes a la escuela comenzamos a atravesar las tierras del Junco para salir a la carretera de Toro, que era de piedra, y ya sin barro en el calzado llegar pronto a la escuela; pero al llegar a la escuela...ya estaba la puerta cerrada y nos fuimos a comer.
Lo malo llegó al volver por la tarde a clase: Recuerdo a don Pedro, nuestro maestro, todo enfadado y con la regla en la mano, que nos preguntaba algo que él bien sabía ¿Qué pasó después del recreo que no volviste a la escuela? La respuesta que dimos....ya la adivináis. y como "premio" nos mandaba tomar la enciclopedia de "Álvarez" (su cuñado, por cierto) y sujetarla, encima de la mano extendida, y cambiarla de mano cuando nos cansábamos.
Este es un recuerdo imborrable para la mayoría de los compañeros de clase de esos años felices de nuestra infancia y adolescencia.
Autor: Jesús Castro Domínguez.
http://pozoantiguoysusgentes.blogspot.com
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